Ayer pude comprobar algo que estaba olvidando. Entré en este
vertiginoso proyecto de cambiar el mundo para dar lo que sé y unir mi ilusión a
otros que –seguramente muy diferentes a mí– han hecho lo mismo. Esfuerzo,
ganas, ilusión y tiempo, mucho tiempo, eso es lo que estamos aportando todos. También
algunas torpezas pero esas las vamos solventando lo mejor que podemos.
Me tocó llamar por teléfono a la gente que no escribió bien
su dirección electrónica cuando se apuntó al viaje colectivo en autobús a Madrid
el próximo 31 y, por tanto, no están recibiendo los últimos detalles de esa Marcha
del Cambio cuyo objetivo es hacerles ver a nuestros políticos que estamos
decididos a tomar las riendas de nuestras vidas de una buena vez.
Fue emocionante hablar con desconocidos y sentir afinidad y
empatía. Presentarme, nombrarlos con sus nombres, practicar sin proponérmelo la
cercanía.
Querían contarme su caso personal, los escuché cuanto pude. Hablaban
de sí mismos, no por sentirse víctimas, sino como bombas de coherencia y
sentido común que necesitaban mostrar de sopetón lo de dentro, y con una
dignidad que me gustaría observar en muchas cabezas parlantes de los medios
masivos. Fueron muy amables, cariñosos, simpáticos, sinceros. Algunos incluso se
calificaron como “analfabetos”. Pero, sobre todo, fueron sin excepción
tremendamente agradecidos por que estemos tirando del carro, por que estemos
trabajando cada hora sin parar, por que los llamemos para darles detalles viva
voz. Recibí piropos, bromas y más agradecimiento del que pude asumir. Algunos quieren
viajar con nosotros al lado para seguir hablando.
No quiero dejar pasar de largo esta sensación porque me di
cuenta de algo que no debemos olvidar, y a mí se me estaba olvidando: está muy
bien que nos metamos de lleno en esto porque hay mucho trabajo general y
minucioso, pero salgamos de vez en cuando a mirar para volver a entrar y no
perder la guía de lo que nos trajo hasta aquí. Gente de Podemos, gente que está
en la sombra, y sobre todo gente que habéis prestado generosamente vuestra
imagen y vuestras personas para ser los visibles, que estáis al frente en los
consejos ciudadanos, en las candidaturas, en los medios locales de difusión,
que comandáis los grupos de trabajo: no olvidemos que cualquier cosa que hagamos
la estamos haciendo por mucha gente que, sin saberlo y tal vez sin quererlo, ha
puesto la ilusión en todos, en cada uno de nosotros, los que estamos moviendo
un dedo aquí. Recordémoslo cuando nos sintamos diferentes en una conversación,
cuando nos sintamos agredidos, cuando estemos defendiendo enconadamente
posturas en las herramientas internas de chat; no perdamos nunca el rumbo,
seamos pacientes, no dejemos que, por adentrarnos tanto en todo lo que estamos
haciendo, se nos olvide toda esa gente que está en sus casas, en los bares
después de un día de trabajo duro y esclavo, que quisiera participar pero no se
reconocen útiles o no tienen más espíritu para dar más de sí mismos. Que no nos
importe que haya quienes no participan de lleno. Demos nosotros todo lo mejor y
no olvidemos nunca que, entre la gente que no conocemos, hay quienes piensan en
nosotros cada día un poquito y que, con sus anhelos y sus preocupaciones anónimas,
nos están mandando muchos más motivos por los que conseguir tremendo proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario